jueves, 15 de mayo de 2014

LA TORTURA DE LA GOTA CHINA

Hoy no os voy a hablar de ningún remedio para la fascitis-fasciosis plantar pero si os voy a hablar del sufrimiento al que está sometida una persona que la padece durante mucho tiempo.

Reflexionando esta tarde sobre todo el tiempo que llevo metido en este lío de la fascitis y pensando todas las cosas que me he perdido por culpa del dichoso dolor de pie: amigos, viajes, trabajos, paseos por el campo y la playa, salidas con los amigos, fiestas, cenas, etc. se me ha venido a la cabeza la imagen de la tortura de la gota china.


Es una tipo de tortura que se hacía en tiempos pasados y que consistía en atar al torturado a una silla con la cabeza fija de manera que no la pudiera mover y un recipiente con agua justo sobre su cabeza que dejaba caer una gota de agua fría cada 5 segundos. Esta gota evidentemente no te causa mucho daño ni te mata pero la caída repetida sobre la cabeza hacía que los torturados se acabaran volviendo locos al no poder hacer nada para evitarlo, ni siquiera podían dormir, muchos acababan muriendo de paro cardíaco a los pocos días de tortura.

Aunque sea un poco macabro no se me ocurre comparación mejor de esta tortura con la fascitis-fasciosis plantar. Es un dolor que empieza siendo leve y al que no le echas mucha cuenta al principio, con el tiempo va empeorando y empiezas a dar vueltas de un lado para otro por la consulta de todos los médicos, fisios y podólogos que puedes, si tienes mala suerte como en mi caso, el dolor no se va por muchos tratamientos que te hagan, con unos mejoras un poco y te creas una falsa ilusión de mejoría, que con las semanas se esfuma y vuelves a la realidad de tu dolor que sea acaba instalando en tu cuerpo y te despoja de toda la dignidad como persona que puedas tener.

El dolor de la fascitis no es un dolor que te mate o que te haga gritar, aunque sí es cierto que hay días que es horrible, sobretodo si lo tienes ya cronificado y has tenido que pasar varias horas de pie, pero es un dolor persistente que no te da tregua alguna. Pasan los meses y ahí sigue, pasan los años y sigue. En los comienzos no le prestas atención e intentas seguir con tu vida normal y tu vida social sin alterarla pero con el tiempo no te queda más remedio que hacerlo.

Empiezas a dejar de salir con los amigos salvo en raras ocasiones, dejas de salir para hacer cosas banales como comprar ropa o cenar y acabas saliendo solo lo justo y necesario, por supuesto que se te quitan todas las ganas de poder hacer deporte, actividades al aire libre, viajar, pasear, etc.

La consecuencia de todo esto unido al dolor perenne en el pie hace que te acabes volviendo loco. ¿Por qué negarlo? He de reconocer que la fascitis me ha hecho llorar, y de hecho lo sigue haciendo muchos días y cada vez que me paro a pensar y a darle vueltas al coco. Me considero una persona bastante fuerte y estable psicológica y emocionalmente, pero la fascitis me ha hecho sufrir mucha ansiedad, desesperación, ganas de gritar y de acabar con todo, de cerrar los ojos y no abrirlos más. Me ha ido mellando poco a poco mi espíritu luchador y ha acabado con toda mi dignidad.

Poca dignidad te queda cuando llevas 5 años desfilando por la consulta de médicos, podólogos, fisios, tanto por la sanidad pública como por la privada, no solo en tu ciudad sino también recorriendo muchos kilómetros porque has oído que en tal clínica son muy buenos. He aguantado que los matasanos de la sanidad pública casi me tomen por loco diciendo que el dolor no debe ser para tanto, mandándome de un especialista a otro sin tener ni idea de lo que estaban haciendo y obligándome a aguantar meses y meses de listas de espera viendo como mientras se iban esfumando los mejores años de mi juventud. He aguantado que médicos y fisios y podólogos particulares me desplumen la cartera sin el menor resquicio de humanidad a sabiendas de que no me estaban ayudando.

Llevo ya gastados más de 10.000€ exclusivamente en tratarme la fascitis plantar, pero aun sigue ahí, me gustaría decir que igual que el primer día, pero nada más lejos de la realidad, hoy el dolor es mucho más intenso que cuando me empezó a doler el pie hace 5 años. Al principio te preocupa el dinero, te da coraje tener que gastarte 40 o 50€ en una sesión de fisioterapia o 200€ en unas plantillas pero ya a estas alturas cuando llevo gastado lo que llevo, ya me da igual el dinero, me parece mucho más caro que esos 10.000€ el haber perdido 5 años de mi juventud. Por mucho dinero que tuviera no tendría forma de volver a los 23 años y recuperar el tiempo y los buenos momentos que la fascitis me ha hecho perder.

Si al menos me dijeran que mañana me voy a despertar de la cama y no voy a tener dolor en el pie podría quedarme tranquilo y empezar a retomar mi vida desde este momento, pero la realidad es otra. La realidad es que me duele más que nunca y no puedo aguantar ni 2 minutos de pie e incluso sentado me duele. La realidad es que ya los médicos no me ofrecen ninguna solución más. La realidad es que no puedo hacer planes de futuro de ningún tipo, no puedes pensar en formar una familia porque sería imposible corretear detrás de un crío en estas condiciones ni llevarlo al colegio, y mucho menos sabiendo que tu mente, tu ánimo y tu humor no funcionan al 100% y que ninguna persona se merece aguantarte en estas condiciones. No puedes y no tienes ganas de hacer otros planes como comprarte una casa, viajar, ponerte en forma, etc. por lo que tu vida se limita a ver pasar el tiempo como las manecillas de un reloj.

Es un dolor que se lleva en soledad, la familia y los demás no ven lo que te está pasando, no hay signo externo que muestre que una persona tiene fascitis y al ser tan poco conocida cuando le cuentas a alguien  lo que tienes, no se puede hacer una idea de lo doloroso que es y lo que puede llegar a significar para una persona, probablemente piensen que eres un quejica y que no es para tanto. 

Y así es la fascitis plantar, como la gota de agua, un dolor que no te mata ni pone en peligro tu vida pero que va minando poco a poco tus fuerzas hasta que acaba con toda tu dignidad y te retira de todas las cosas que te gusta hacer hasta el punto de desear que todo acabe, y lo peor de todo, te obliga a llevarlo en soledad.


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